sábado, 14 de febrero de 2009

Charles Darwin ....a 200 años


Aprovechando que se celebran 200 años del nacimiento de Darwin y 150 de su libro "El origen de las especies", queremos dejarles esta valiosa informaciòn acerca de un hombre que cambio al mundo.

Darwin nace cerca de Shrewsbury, el quinto de seis hijos en una familia acomodada, liberal, en un ambiente profesional e intelectual y al mismo tiempo campestre; tanto su padre como su abuelo eran personajes notables: el padre, Robert, un médico familiar respetado y querido, con gran presencia en la vida diaria de la comunidad en la que vivían; el abuelo, Erasmus, también médico, pensador inquieto y promotor de ideas en el campo de la filosofía natural que sugerían ya la idea de la transformación de los organismos. Ambos muy conectados con los hombres notables de su tiempo, particularmente en el campo de la ciencia, de la literatura y el pensamiento humanista, así como con inventores famosos.

Charles nace al inicio de un siglo en verdad luminoso por la gestación de ideas fundamentales en la ciencia y el pensamiento humano, y por un grado de síntesis de conocimiento que no se había dado anteriormente.

Huérfano de madre a los ocho años, Charles queda en la tutela de sus hermanas mayores y a la sombra monumental —tanto por las dimensiones físicas como por el carácter dominante— de su padre.

La niñez y juventud de Darwin son relativamente incoloras. Asistió a las escuelas locales; él se recuerda a sí mismo en esa época como de lento aprendizaje. Lo más notable y memorable para él de esa época fue el desarrollo de su interés por la historia natural en el medio rural en el que vivían. Estudió en un par de colegios hasta los 17 años y, aparte de la naturaleza, su entretenimiento favorito era leer a Euclides, Shakespeare, Byron y otros, de cuyas lecturas aprendía más que de las acartonadas lecciones de la escuela.



El doctor Darwin, preocupado por lo que le parecía un mediocre desempeño académico de su hijo, decide mandarlo a la Universidad de Edimburgo a unirse a su hermano mayor Erasmus a estudiar Medicina. Nuevo fracaso: los malos planes de estudio y en especial la repulsa al dolor físico humano en las prácticas de medicina hacen que Charles desista de ser el cuarto médico de la familia y a los dos años abandona Edimburgo.

La frustración de su padre y las acerbas discusiones con él hacen que acepte entrar a la Universidad de Cambridge, esta vez para estudiar Teología y, al término, convertirse en un pastor protestante. Pero Cambridge —“los años más felices de mi vida”, según su autobiografía— resulta una experiencia enriquecedora para Charles en muchas otras cosas aparte de la Teología. Ahí conoce a profesores, alumnos y sociedades que estimulan cada vez con más intensidad su vocación por la naturaleza.

Uno de esos maestros, John Henslow, que lo formó en carácter, consolidó su desordenado interés por los animales y plantas, y un poco después del término de sus estudios en Cambridge, cuando era claro que no seguiría la carrera eclesiástica, fue determinante en abrirle el paso a la travesía del Beagle. Tras un forcejeo paternal, Darwin consigue el beneplácito del doctor Darwin para emprender el viaje de circunnavegación que fue la experiencia toral en su vida.

Fuentes de inspiración centrales en las ideas evolutivas de Darwin

El viaje en el Beagle fue muy importante, pero no la única fuente de inspiración para conformar en la mente de Darwin, tabique por tabique, el edificio que acabó en la publicación de El origen de las especies. Varios personajes y experiencias influyeron en la gestación de sus ideas. Apretadamente, y en orden cronológico, pienso que las más importantes de tales influencias fueron las que siguen.

La primera, muy cercana a la infancia de Darwin, tiene que ver con su desarrollo en un medio rural de granjas, huertos y campos agrícolas, en los que, observando a los granjeros y agricultores en sus tareas diarias, generó un interés —y derivó ideas centrales en su concepción de la variabilidad biológica— que se continuó a lo largo de su vida.

Esas observaciones tenían que ver con la forma como, a lo largo de generaciones, los granjeros en su trabajo de ir seleccionando animales y plantas domesticadas producían nuevas formas a partir de la especie de que se tratase. Esto es lo que conocemos ahora como “evolución bajo domesticación” y que es la base del desarrollo de cultivos y animales domesticados desde hace milenios.

La segunda influencia fue la de haber leído la obra de Charles Lyell, el geólogo más influyente de su época, y más tarde haber interactuado intensamente con él hasta su muerte. La geología de Lyell dio a Darwin, aparte del entendimiento de las rocas y los sedimentos que observó durante su viaje, el concepto de tiempo profundo, es decir, de que la Tierra no tenía sólo unos miles de años de edad como era la creencia bíblica generalizada de la época, sino que su edad se medía en cientos de millones de años, dando tiempo suficiente al proceso de adaptación de las especies.

Una tercera fuente fue literaria y surge de las ciencias sociales. Se trata del Ensayo sobre el principio de la población que Thomas Malthus había publicado en 1798, y que Darwin leyó en su sexta edición en septiembre de 1838. Malthus no se refería sólo a poblaciones humanas en su libro, sino trataba también de poblaciones de animales y plantas, y explicaba el hecho de que todas las poblaciones de organismos —incluida la humanidad— tienen el poder de crecer exponencialmente (2,4,8,16,32...) mientras que los recursos necesarios para la subsistencia de los organismos crecen aritméticamente (1,2,3,4,5...).

Esta, que es una observación biológica y correcta, fue un campanazo para Darwin, pues de inmediato percibió el significado que la capacidad de crecimiento exponencial de las especies tenía sobre sus recursos (alimentos, espacios para anidar) y la severa competencia que se establece cuando esos recursos escasean en relación a las necesidades de los individuos, con el consecuente conflicto por obtenerlos y el resultado de que los más aptos ganarían sobre los menos aptos.

Esta fue, sin duda, una pieza clave para Darwin en su concepción de que el factor que servía de motor al proceso de evolución era una selección de los individuos (la “selección natural”) impuesta por las condiciones ambientales (tanto físicas como biológicas) en las que éstos se encuentran.

Un elemento adicional, quizá el más comentado y popularmente conocido, que contribuyó a añadir los elementos para la construcción de la teoría de la evolución en la mente de Darwin, fue su viaje en el Beagle, algo que ocurre fortuitamente por la intervención de John Henslow y la ayuda de quien sería su futuro suegro: Josiah Wedgwood, el dueño de la famosa casa de porcelanas.

Aunque las Islas Galápagos han tenido un papel central en las descripciones de lo que este viaje significó para Darwin, el resto de sus experiencias en el continente biológicamente más rico del mundo fueron igualmente importantes; sus experiencias en la costa brasileña, en Argentina y Chile contribuyeron al igual que las islas en la construcción de su edificio conceptual sobre la evolución.

Cómo opera la evolución por medio de la selección natural

Para los estándares de una idea revolucionaria de la ciencia, la teoría de la evolución por medio de la selección natural, como Darwin la propuso, es de una sencillez asombrosa. Por ello, Thomas Huxley, discípulo y colega de Darwin, exclamó cuando conoció los postulados de su maestro: “Qué estupidez no haber pensado en ello”. Era una idea que ya estaba “madura en el aire académico”, tanto así que Alfred Wallace concibió la misma idea, independientemente de Darwin, aunque sin el enorme bagaje de conocimientos, datos, observaciones y experiencias de éste, y a quien se la comunicó en una carta desde Malasia. Esto promovió la presentación conjunta de las ideas de ambos en la Sociedad Linneana de Londres a cargo de Lyell y Joseph Hooker, otro discípulo de Darwin y futuro director del Jardín Botánico de Kew, y apuró la publicación de El origen..., que Darwin había atrasado por mucho tiempo.

Los principios sobre los que descansa el proceso de evolución por medio de la selección natural son los siguientes: 1) todas las especies producen más progenie que la necesaria para reproducirse, pero ninguna alcanza a inundar la Tierra, porque 2) los recursos no son suficientes para todos esos individuos; 3) debido a que todos los miembros de todas las especies difieren entre sí, morfológica y comportamentalmente, porque cada individuo es genéticamente diferente de los demás de su especie, su susceptibilidad a las carencias o deficiencias del ambiente en el que viven varía de unos a otros, por lo que 4) algunos individuos tienen mayor probabilidad de sobrevivir y reproducirse que otros, es decir, hay una selección de los individuos mejor adaptados a las condiciones ambientales específicas de un lugar y tiempo, y esos individuos sobreviven y/o se reproducen más que los otros; 5) si la progenie que queda de esos individuos seleccionados ha heredado las características de sus padres que los hacían mejor adaptados al ambiente, entonces esa progenie poseerá las mismas ventajas adaptativas que sus padres. Los individuos poco o mal adaptados no sobrevivirán y no dejarán (o tendrán muy baja) progenie.

La proporción de individuos bien adaptados tenderá a aumentar, así como la probabilidad de que sus descendientes resulten de la cruza entre padres cada vez mejor adaptados. Este es el mecanismo por el cual funciona la selección natural y resulta en la evolución orgánica.

Efectos del darwinismo sobre la ciencia y la sociedad

Darwin ignoraba cuál era el mecanismo por el que los hijos heredan las características de sus progenitores. Aunque Gregor Mendel había ya publicado sus observaciones sobre los mecanismos de herencia en plantas, en tiempos en que Darwin vivía, sus resultados no fueron conocidos por éste y no se redescubrieron para la comunidad científica hasta principios del siglo XX. La influencia del pensamiento evolucionista marcó el inicio de la biología moderna y prácticamente no hay área de las ciencias biológicas que no haya sido influida por ese pensamiento. El “brazo conceptual” de Darwin llegó a todos los rincones de la biología.

Es importante subrayar el hecho de que el ambiente físico y biológico varía permanentemente y por lo tanto su efecto sobre los organismos. No hay dos “trozos” de espacio con ambientes idénticos ni el mismo trozo tiene el mismo ambiente en momentos distintos. El conjunto de características del ambiente varía totalmente al azar y actúa sobre una combinación de características genéticas (las que definen el grado de adaptación de un organismo) que también se produce de manera azarosa por la recombinación genética en la reproducción y por la incidencia de mutaciones. Aunque las consecuencias de la selección natural sí tienen dirección, pues seleccionan ciertas características favorables por un cierto tiempo, el proceso de selección y, por tanto la evolución, no tienen ni objetivo ni sentido ni finalidad alguna, ni requieren de un agente externo o un creador.

Justamente en este hecho reside el impacto social más profundo del evolucionismo por medio de la selección natural y ha hecho surgir la resistencia de muchas religiones institucionalizadas, en especial la de los grupos fundamentalistas.

Quizá por lo anterior el lector no familiarizado con la obra Darwin entienda por qué éste mantuvo por largo tiempo una tenaz resistencia a la publicación de su obra central. Darwin temía la reacción de la sociedad inglesa a su teoría de la evolución por medio de la selección natural por las implicaciones que ésta tiene al no requerir de una participación divina en la presencia de la vida en la Tierra, y el hecho de que la generación de las especies y, en particular, la consecuencia de que el Homo sapiens es parte y resultado de ese proceso de evolución orgánica.

Que seamos una especie más entre los millones que existen, resultado del proceso de evolución, con ancestros comunes con los antropoides y compartamos genes con ratas y hongos no es algo que se digiera fácilmente por amplios sectores de la sociedad que profesan creencias religiosas, especialmente aquellas fundamentalistas. La “indigestión” no es resultado de que la gente no entienda de qué se trata el proceso de evolución y de selección natural, ya que es una idea que fue expuesta en forma asombrosamente sencilla e interesante. No. Es más bien el resultado de un total rechazo a la ausencia de designio y de meta final en el proceso evolutivo y además, en mi opinión, de un miedo fundamental al cuestionamiento de los cimientos de las creencias propias de las religiones institucionalizadas.

Me parece que el punto toral de la dificultad de aceptar las ideas de Darwin no reside tanto en el conflicto de si existe o no una entidad sobrenatural, cosa que ni la evolución ni otras áreas de la ciencia pueden probar o refutar.

La reticencia del propio Darwin a publicar sus ideas no obedecía sólo a un conflicto con la fe religiosa, como comúnmente se ha dicho. Pienso que sus dudas no tenían tanto que ver con la existencia o no de un Dios, sino con lo que él infería como un cuestionamiento inevitable a la estructura religiosa del cristianismo en el que se había educado. Como Niles Eldredge, evolucionista estudioso de Darwin menciona: “Darwin sabía que entre sus manos tenía el equivalente de la fórmula de una bomba atómica, con un efecto tan devastador sobre la sociedad británica” que no se atrevía a publicar sus ideas.

jose.sarukhan@hotmail.com

Investigador del Instituto de Ecología de la UNAM

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