jueves, 19 de febrero de 2009

Legionarios de Cristo.....una farsa


Despues de que se diera a conocer y se confirmara que el lider de los legionarios Marcial Maciel tuviera una hija, algo que vino a confirmar todas las acusaciones que se le habian hecho a este señor. Aqui les presentamos parte de una estrevista que hizo Carmen Aristeguia y transcrita por Reporte Indigo hace algunos dias a la hija de una de las benefactoras de los Legionarios.

“Para mamá fue, no sé, un dios, fue un fanatismo, fue un hombre que ella lo adoraba. No sé hasta qué punto”.

La frase es de Flora Garza Barragán, quien habla de la percepción que tenía su madre del padre Marcial Maciel. Lo hace frente a los micrófonos de Carmen Aristegui en una entrevista exclusiva.

Sus palabras cobran importancia porque si no fuera por la madre de esta mujer regiomontana, tal vez la Legión de Cristo no sería lo que hoy es: una de las organizaciones católicas más acaudaladas e influyentes del mundo.

Y es que doña Flora Barragán de Garza, madre de la entrevistada, aportó los recursos para financiar la construcción del primer colegio legionario: el Instituto Cumbres de la Ciudad de México, que abrió sus puertas el 8 de febrero de 1954.

Sin duda fue un personaje clave en la vida quien fundó la legión.

Flora Garza Barragán ofrece un testimonio muy significativo para conocer la historia de esta controvertida congregación.
La historia comenzó en 1951, cuando después de una peregrinación en Roma, Italia, la rica heredera regiomontana Flora Barragán de Garza conoció a Giovanni Batista Montini, quien después se convirtió en el papa Pablo VI.

Según el sitio catholic.net, ella transmitió al obispo el deseo de su esposo, fallecido tres años antes, de construir una obra benéfica para ayudar a difundir la fe católica en México.

El entonces monseñor le recomendó hablar con el joven sacerdote Marcial Maciel, quien vio en la “caridad” de los Barragán Garza los fondos necesarios para construir la primera escuela inspirada por su organización.

“Este señor supo perfectamente cómo manejarla (…), y no sólo sacó los 10 millones, sino que sacó más de 50 millones de dólares”, dice Flora Garza Barragán.

Desde los primeros encuentros, doña Flora quedó cautivada por el novel religioso. Y su hija Flora, que en ese entonces tenía 11 años, fue testigo del acercamiento que se fue dando entre ellos.

“Marcial se iba 20 días o 15 días a la casa con dos seminaristas, y se quedaba ahí con nosotros...

“Y yo dejaba mi recámara y mi mamá dejaba su recámara para que Marcial se colocara”.

La relación se fue estrechando. Y doña Flora cada vez dedicaba más tiempo a su nuevo apostolado.

“Fue una fanática, como son tantas mujeres fanáticas, verdaderamente de Maciel. Mamá vivió para él, murió para él”, recuerda Flora Garza Barragán.

Y esa cercanía ya ha sido documentada.

El periodista Rodrigo Vera, de la agencia APRO, publicó el testimonio del ex sacerdote legionario Alejandro Espinosa Alcalá, autor del libro “El Legionario”.

Espinosa señala que Maciel manipulaba a mujeres ricas para lograr sus fines económicos.

“Eran, a la vez, sus amantes y benefactoras”, explica.

A pregunta expresa del periodista, el ex sacerdote no afirma que doña Flora y Marcial hayan sido amantes. Pero cuenta que sí la llevaba al colegio donde él estudiaba en Roma. Dice que los llegó a ver del brazo, muy juntos, caminando a la luz de la luna.

“Maciel sostuvo una larga relación con doña Flora, que calculo se prolongó hasta los años 70, hasta que le exprimió todo su dinero. Luego la botó… Ya no le servía para sus fines”.

Flora Garza Barragán también fue testigo de esa ruptura. Durante años, ni ella ni su madre tuvieron noticias del sacerdote. Aun así, doña Flora le pedía a su hija que lo buscara para hablar con él. Pero Marcial Maciel nunca le contestaba el teléfono.

“Hasta casi el último día, o penúltimo día antes de morir, no paró de preguntar por él. Porque para mamá fue un delirio ese hombre”.

Lo cierto es que Flora pudo ver cómo su madre perdía la simpatía del padre Maciel.

“Nunca pensó que este hombre la fuera a aventar, peor que si como exprimieras un limón y ya exprimido lo aventaras a la basura”.

Pero, ¿cuál era la naturaleza real de esta relación?

Flora dice que nunca fue íntima. Como prueba tiene el recuerdo de una consulta que su madre hizo al ginecólogo casi al final de su vida.

Después de la consulta, el especialista le informó el resultado de sus observaciones: “Flora, no la pude revisar bien porque tu mamá es señorita”.

¿Cómo puede ser, si los tuvo a ustedes?, preguntó Carmen Aristegui a Flora Garza Barragán.

“No, nosotros somos adoptados”, aclaró la entrevistada.

LA DOBLE VIDA

A Flora no le sorprende la revelación de la doble vida del padre Maciel. Tampoco que tenga una hija.

“Como que además de que le gustaban los muchachitos, además como que sí le gustaban las mujeres jóvenes. Entonces, no me extrañó mucho”.

Éstos han sido días difíciles para los miembros de la Legión de Cristo.

Las revelaciones de la existencia de una hija de su fundador han reavivado el fuego de las acusaciones de pederastia y abuso de menores que se han hecho contra Marcial Maciel.

Las reacciones han sido contrastantes. Mientras miles de correos circulaban condenando la conducta del religioso, sus más fervientes seguidores aceptaban la culpa defendiendo sus creencias.

“También soy hija del P. Maciel. No llevo su sangre en mis venas (por eso no soy noticia), pero gran parte de lo que soy (casi todo) se lo debo a él”, decía uno de estos mensajes.

Y mientras el padre Álvaro Corcuera, director de la fundación, recorría los colegios dando a conocer la “doble vida” de su líder, Flora develaba más información sobre las facetas más oscuras del padre, como su supuesta adicción a los medicamentos.

“… no sé si era esa pastilla (la que tomaba), pero él no se dormía. Él estaba despierto, con los ojos fijos y con la boca entreabierta”.

Los maestros y directivos de los colegios legionarios han recorrido los salones de clase para orientar a los alumnos que hasta hace poco veían a Maciel como un ejemplo de vida.

Seguramente uno de ellos fue el Instituto Cumbres, colegio que la madre de Flora ayudó a construir.

“La gente tiene que abrir los ojos”, afirma Flora.

“… tenemos que indicar a la Iglesia que también tiene cosas muy malas y también tienen que limpiarse ellos”, afirma.

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